Buenas noticias: con cada viaje al supermercado, tiene la oportunidad de votar "sostenible" con su dinero. Malas noticias: Son tantos los factores que influyen en lo "sostenible" que es difícil saber cuál es la mejor opción.
La compra de comestibles puede ser agonizante. Por ejemplo, si desea comparar el yogur para encontrar la opción más sostenible, puede dedicar 15 minutos solo a la sección de productos lácteos. Puede optar por el tamaño más grande, para reducir el embalaje. Pero ese viene de Grecia, por lo que no tiene mucha energía con todos los viajes. Luego, decide utilizar lo orgánico como criterio, hasta que vea que están en tamaños pequeños, de una sola porción, y aún viajaron lejos para llegar aquí.
Entonces recuerda que una lechería local galardonada produce un yogur orgánico, que se vende en grandes botellas de vidrio reciclables. ¡Perfecto! Pero no se lleva aquí, por lo que tendría que hacer otro viaje más largo que consuma combustibles fósiles.
A estas alturas estás paralizado en la sección de lácteos.
Si esto le sucede, pruebe la siguiente jerarquía:
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Primero vienen las prácticas operativas humanas y éticas (chocolate de comercio justo, por ejemplo);
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En segundo lugar, compre local (la lechuga cultivada convencionalmente de las cercanías genera menos consumo de petróleo que la orgánica de cuatro estados de distancia);
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En tercer lugar, busque el producto con el menor empaque (comprando al por mayor, siempre que sea posible); y
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Finalmente, opta por lo orgánico.