Nunca hay una forma incorrecta de comer miel. Combina perfectamente con todos los grupos de alimentos y, a veces, es mejor disfrutarlo simplemente con una cuchara. Descubrirá que algunos maridajes se convertirán rápidamente en sus favoritos.
La miel servida con queso es un clásico atemporal. Esta pareja favorita se remonta a un gourmand romano llamado Marcus Gavius Apicius (siglo I d.C.).
Comience con alimentos que tengan sabores y texturas que disfrute. Pruebe peras, higos o nueces frescas con pan o galletas saladas. Ahora elija algunas mieles varietales o su propia cosecha, y rocíe sobre el maridaje. Busque combinaciones que complementen o contrasten con la miel. A veces se mezclan en la boca para crear una experiencia de degustación completamente nueva.
Cuando uno domina al otro o anula otro sabor, hay un choque en la boca. Un queso de cabra cremoso complementa una miel mantecosa y afrutada. Una miel rica y oscura contrasta muy bien con un queso azul apestoso. Sirva la miel con pan y galletas saladas y acompañamientos como frutas frescas o secas, nueces y verduras para agregar color y textura. Las opciones son infinitas y te divertirás sirviendo tus favoritos en tu próxima reunión.