Es difícil vivir sin algunos electrodomésticos, pero al reducir la cantidad que tiene y cómo los usa, puede volverse más ecológico y ahorrar dinero en sus facturas de energía.
Evalúe cada electrodoméstico en su hogar, no solo en la cocina, para determinar cómo o incluso si lo usa. Decide si podría ahorrarte dinero (un horno tostador, por ejemplo), mejorar tu nutrición diaria (tal vez un exprimidor) o hacerte un poco más feliz (¡un viejo tocadiscos que te permite escuchar esos LP!) Para determinar si lo está utilizando en todo su potencial. ¿No estás usando algo porque es difícil de limpiar o lo guardas en un lugar inaccesible? Encuentra una solución al problema.
Ponga sus electrodomésticos a prueba de uso; si no los usa, recíclelos.
Si decide que un electrodoméstico realmente no es para usted (algunas personas juran por las ollas de cocción lenta; otras las colocan en un sótano, para que nunca vean la luz del día), déselo a alguien que lo quiera en lugar de tirarlo y en un vertedero. Intente vender sus electrodomésticos adicionales en una venta de garaje o en un sitio de subastas de Internet, regalándolos reciclándolos libremente o dándolos a una organización benéfica o sin fines de lucro.
Si un electrodoméstico es demasiado viejo para usarse de manera segura, investigue las instalaciones de reciclaje locales. Algunas partes del aparato pueden ser reciclables; otras piezas pueden necesitar un manejo especial para evitar daños ambientales al desecharlas.