La regla de oro a la hora de preparar una ensalada es utilizar ingredientes frescos. ¡Cuanto más frescos sean los ingredientes, mejor será la ensalada! No solo los ingredientes frescos saben mejor, sino que el valor nutritivo es mayor.
La base de una ensalada siempre debe ser algo verde, así que elija entre diferentes lechugas como lechuga romana, iceberg, rúcula, achicoria, acelga, espinaca, lechuga mantecosa o cualquier verdura fresca que tenga disponible. Elija una lechuga crujiente como iceberg y mézclela con una hoja blanda como rúcula. Enjuague y seque bien las hojas de lechuga. Cuando tenga un buen plato de verduras frescas, puede comenzar a agregar valor a su ensalada.
A continuación, agregue color. Intente agregar tomates, pimientos rojos o amarillos en rodajas, cebollas rojas o zanahorias. Puede aumentar el volumen de verduras agregando pepino en rodajas, guisantes dulces o apio en rodajas.
Después de haber agregado la mayoría de las verduras, elija algo que agregue sabor, como aceitunas o quesos como parmesano o queso feta, y algunas hierbas frescas como albahaca, perejil, menta o cilantro.
En esta etapa, tiene la mayor parte de una buena ensalada, pero para aumentar la textura, agregue un poco de crujiente. Las semillas de chía enteras harán exactamente eso, así que adelante y espolvoree un poco sobre sus verduras frescas. Otros elementos crujientes que siempre son un gran complemento son los piñones, las avellanas, las semillas de girasol y las semillas de calabaza.
¡Todo lo que queda por hacer es disfrazarlo! Por lo tanto, mezcle tres partes de aceite de oliva con una parte de vinagre (como vinagre balsámico o de vino tinto) y agregue un poco de miel y mostaza. Sazone el aderezo con sal y pimienta y revuelva bien o agítelo si está en un frasco. ¡Viste tu ensalada y no puedes perder! Tendrá una ensalada deliciosa, fresca y nutritiva que es excelente por sí sola o se sirve junto con una comida principal.