Dependiendo de la comida que sirva, es posible que un vino se adapte mejor que otro. Combinar alimentos con vinos de la manera correcta puede hacer que una comida sea maravillosa o un desperdicio.
Aquí hay algunas ideas sobre qué vinos complementan alimentos en particular:
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Vinos tintos más ligeros y fáciles de beber: combinan bien con carnes, aves y pescados grasos como el salmón. Los ejemplos incluyen Merlot, Pinot Noir, Syrah (llamado Shiraz en Australia), Beaujolais y esas ofertas de bodegas pequeñas etiquetadas simplemente como "vino tinto de mesa".
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Vino tinto más rico y con más sabor: puede acompañar carnes y salsas ricas, guisos pesados y otros alimentos de sabor fuerte. Remueve y bebe un poco de Cabernet Sauvignon, Zinfandel tinto y Burdeos tinto.
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Vinos blancos ligeros y fáciles de beber: Combine platos ligeros, como pescados delicados, ensaladas y sopas a base de caldo que no sean demasiado condimentadas. Pruebe Riesling seco, Sauvignon Blanc, Chablis y Pinot Grigio.
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Chardonnay de California rico, a roble y mantecoso: se combina con pescados, aves, ensaladas y sopas de sabores más fuertes. Un Chardonnay valiente también puede tener buen sabor con los cortes más magros de cerdo y ternera.
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Vinos dulces: Adecuado para servir con postre (o como postre). Pruebe Riesling, Gewürztraminer, White Zinfandel, Vouvray y vinos de postre fortificados como el jerez y el Oporto.
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Champán u otros vinos espumosos: es bueno tenerlos a mano porque nunca se sabe cuándo puede haber motivo de celebración. El champán va con casi cualquier comida.