Aunque la preferencia personal es un factor primordial cuando se trata de disfrutar de la comida y el vino juntos, la mayoría de las personas pueden estar de acuerdo con el resultado, positivo o negativo, de algunas interacciones básicas de sabor. Los siguientes puntos establecen algunas de estas reglas básicas para las relaciones felices entre la comida y el vino, que trabajan para resaltar los aspectos positivos de la comida o el vino, o de ambos, y restar importancia a los aspectos negativos. Siga estas sugerencias y estará un poco más cerca de la armonía entre la comida y el vino.
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Haga coincidir el peso con el peso. Sirva vinos secos, de cuerpo ligero y bajo en alcohol con platos ligeros (crudos / frescos, crujientes, bajos en grasa y con alto contenido de ácido). Sirva vinos con mucho cuerpo, maduros, con alto contenido de alcohol y textura cremosa con alimentos pesados (incluidos los alimentos que contienen una gran cantidad de lácteos o grasa animal, proteínas, salsas ricas, etc.).
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Sirva vinos de alta acidez con alimentos de alta acidez. Por ejemplo, sirva un Riesling seco, un Sauvignon Blanc agrio o un Sangiovese picante con ensaladas aderezadas con vinagreta, queso de cabra, platos a base de tomate, etc.
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Evite los vinos tánicos con pescados grasos / aceitosos. Por ejemplo, evite un Cabernet Sauvignon o Malbec grande y masticable con caballa, bacalao negro, salmón o cualquier otro pescado rico en ácidos grasos Omega-3.
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Suaviza los vinos tánicos con alimentos salados, grasos y ricos en proteínas. Los vinos tánicos son astringentes y fruncen la boca, por lo que un alimento rico en proteínas, como la carne de res bien jaspeada, debidamente sazonada con sal, suaviza la sensación de astringencia.
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Sirva alimentos salados con vinos de alta acidez. Por ejemplo, sirva Gamay (como Beaujolais) o Barbera del norte de Italia con carnes curadas, o Pinot Grigio italiano con cualquier cosa que contenga salsa de soja.
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Sirva vinos poco secos o dulces con alimentos ligeramente dulces o dulces. Recuerde: el vino siempre debe ser tan dulce o más dulce que lo que está en el plato.