La chía está repleta de antioxidantes naturales que realmente le dan la ventaja cuando se trata de empaquetar nutrientes en espacios pequeños. Los antioxidantes protegen los delicados ácidos grasos esenciales de la oxidación. A diferencia de otras fuentes vegetales de omega-3, como las semillas de lino, la chía no requiere antioxidantes artificiales adicionales para mantenerse fresca.
Por lo tanto, las semillas de chía permanecen frescas por más tiempo y no requieren refrigeración, gracias a su abundancia de antioxidantes naturales.
Una medida que se ha desarrollado para describir la capacidad antioxidante general de los alimentos se llama capacidad de absorbancia de radicales de oxígeno (ORAC). Las semillas de chía tienen un valor ORAC relativamente alto, que varía de 60 a 80 micromoles. Los antioxidantes que se encuentran en la chía incluyen flavonoides (quercetina, kaempferol y miricetina) y los ácidos fenólicos (ácido clorogénico y cafeico).
Estos antioxidantes tienen un valor significativo para la salud humana: se ha demostrado que reducen el estrés oxidativo causado por los radicales libres en el cuerpo, lo que ayuda a prevenir la aparición de enfermedades degenerativas comunes.